Normalizamos el malestar de saber que tenemos un problema que no queremos ver.
Esta normalización, que a veces puede presentarse como procastinación, le habla a quienes sienten que el exponerse a enfrentar el problema los pone en un lugar de riesgo reputacional o personal.
Quiero hoy jugar con la imaginación y ponerme en los zapatos del problema para ver qué le dice a quienes temen expresarse de forma auténtica exponiendo sus debilidades, vulnerabilidades y, lo más importante, sus valores.
Notas
Soy una fuente de soluciones. Si me vieras con ojos curiosos te darías cuenta que lo que te produce malestar no so yo, es como te sientes tú al verme a la cara.
Vengo a retar tus paradigmas. Si no te causara incomodidad, no vendría a enseñarte nada.
Por lo general, si soy muy profundo, tiendo a ocultarme en la forma como te victimizas y justificas.
Puedo ponerte en estado de supervivencia si no logras ver y entender lo que te vengo a decir. Si reaccionas desde tu compulsión, me hago más grande porque necesito decirte algo.
No soy pequeño ni grande, soy una proyección de lo que tú, como parte del sistema, has creado para poder evolucionar.
No me racionalices demasiado. Contémplame y date permiso de sentirme. Así accederás a información que puede ayudarte a conocerme mejor y darle paso a la solución.
Cuanto más te enfocas en el malestar que te produzco, más pierdes intuición y perspectiva para entenderme.
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