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Las disculpas: Una forma de corrupción personal

Foto del escritor: carolinagamboa3carolinagamboa3

Si, la palabra corrupción suena fuerte y NO, no estoy emitiendo juicios de valor. Pero la realidad que es que permanentemente nos estamos diciendo mentiras en nuestra mente, la mayoría de las veces, sin darnos cuenta de ello.


Como me gustan las definiciones, comencemos por ponernos de acuerdo en el significado de la palabra corromper.


La RAE la define como:

1. tr. Alterar y trastrocar la forma de algo. U. t. c. prnl.

2. tr. Echar a perder, depravar, dañar o pudrir algo. U. t. c. prnl.

3. tr. Sobornar a alguien con dádivas o de otra manera.

4. tr. Pervertir a alguien.

5. tr. Hacer que algo se deteriore. Corrompieron las costumbres, el habla, la literatura. U. t. c. prnl.

6. tr. coloq. Ar. y Nav. Incomodar, fastidiar, irritar.

7. intr. Oler mal.


No solemos asociar la corrupción de nuestros pensamientos con los sesgos cognitivos porque "son cosas diferentes". Una cosa es premeditar que voy a hacer algo indebido y otra cosa es que sea "de forma inconsciente" o a lo que algunos se referirían en otros contextos como: "lo hicieron a mis espaldas".


¿Pero es esto realmente cierto? ¿No darnos cuenta de la cualidad de nuestros pensamientos nos exime de hacernos responsables de ellos?


Permítanme darles un ejemplo. En una sesión de coaching con un alto ejecutivo estábamos conversando acerca de sus colegas y lo difícil que era trabajar con ellos porque su mentalidad era "cerrada". Cuando le pregunté cuál creía que podía ser el mejor camino para afrontar esta situación, su respuesta fue: "cambiarlos a todos".


Un estudio, realizado por la Universidad de California, Berkeley, encontró que las personas son más propensas a creer que tienen razón, incluso cuando están equivocadas. Este sesgo de autoconfirmación puede llevar a las personas a descartar la información que contradice sus opiniones.


Lo interesante de esto, regresando al ejecutivo, es que dos de sus valores fundamentales eran la apertura y la diversidad; lo cual contradecía la solución propuesta. Este tipo de irracionalidad confirma cómo los sesgos cognitivos permean nuestra capacidad de ser honestos con nosotros mismos y afectan la forma como comportamos.


De hecho, el impacto de decisiones tomadas en estos estados de inconsciencia puede significar errores incalculables, pero para eso tenemos las disculpas. Es que..."ellos no quieren cambiar", "ellos no entienden", "ellos son obtusos". Y son las disculpas precisamente las que perpetúan nuestra inconciencia no permiten que evolucionemos.


Hacernos responsables de nuestros pensamientos, particularmente de nuestros sesgos cognitivos, significa: entrenar nuestra atención para darnos cuenta del momento en que aparecen; aprender a regular nuestras emociones cuando hay algo tan incómodo que no queremos ver o aceptar; aprender a vernos a nosotros mismos con mayor compasión y aceptar que no no las sabemos todas, que traemos con nosotros muchas creencias y paradigmas que muchas veces nos hacen incoherentes o nos llevan a auto sabotearnos; aprender que, como nosotros, las demás personas también tienen sesgos cognitivos.


Pero ante esto que parece tan lógico, las organizaciones se hacen las de las gafas, no por gusto o por decisión, sino porque no se dan cuenta que necesitan equipar mejor a sus tomadores de decisiones para hacerse responsables de sus pensamientos.


Mi invitación es a que conversemos más sobre estos temas incómodos y que nos demos permiso de ser más humanos y menos perfectos. Para eso ya vamos a tener a la IA.





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