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La actitud del agradecimiento

Foto del escritor: carolinagamboa3carolinagamboa3


El agradecimiento es como una magia que altera nuestra química interna ayudándonos a cambiar nuestro estado mental y emocional en cuestión de segundos. Lo he comprobado una y otra vez cuando me siento abatida o cuando no encuentro la energía para seguir adelante con mis proyectos. De hecho, he descubierto que practicar la gratitud es uno de los antídotos para dejar de dar disculpas.


En mi experiencia personal, no basta sino con redireccionar mi atención de manera consciente hacia aquello por lo que me siento agradecida y poco a poco mis emociones comienzan a transformarse y mi mente se relaja ofreciéndome perspectiva sobre lo que me incomoda o me parece retador. En Insight timer, una plataforma gratuita en la que miles de personas comparten y consumen contenidos espirituales y de desarrollo personal, una de mis meditaciones más escuchadas sea la de Agradecimiento al despertar. Salir de la cama a veces puede resultar retador pero el agradecimiento deshace las disculpas porque nos llena de energía y despierta la pasión por la vida y por seguir adelante.


La ciencia señala que cuando tenemos pensamientos de gratitud hacia otras personas o hacia lo que nos rodea, se activa la producción de dopamina y serotonina en el cerebro, así como de oxitocina. Nos sentimos bien cuando practicamos la gratitud y sentirnos bien muchas veces es suficiente para disfrutar la vida.Sin embargo, no siempre es fácil hacerlo. Hay factores biológicos y mentales que dificultan esa capacidad de hacer el giro a la gratitud como: qué tan bien estas durmiendo, qué tan hábil eres para gestionar tu atención, qué tan balanceado químicamente estás (estás tomando medicamentos o no), qué estilo explicativo es prevalente en tí (cómo tiendes a explicarte las situaciones), cuál es tu entorno y cómo te relacionas con los demás, entre otros.


Si bien todos de alguna manera hemos experimentado el bienestar de la gratitud, la pregunta que quiero explorar es por qué no practicamos la gratitud más a menudo y qué podemos hacer para cultivarla en nuestras vidas.


Venimos programados para el drama

Cuando operamos en piloto automático, es decir con nuestra mente en un lugar y nuestro cuerpo en otro, no nos damos cuenta que repetimos el ciclo del drama que nos resulta natural al ser movilizados por nuestro instinto de supervivencia. Si bien este instinto es funcional y necesario en ambientes donde nuestra vida está en peligro, no lo es tanto cuando es nuestra personalidad la que está en peligro. Al estar a a defensiva, la gratitud no es una opción natural. De hecho se puede sentir forzada lo cual hace que la evitemos porque a la defensiva nos ponemos en la posición de víctimas y por lo general, la víctima no tiene por qué estar agradecida.


Se nos dificulta aceptar lo que realmente nos hace felices

En una sociedad que condiciona el éxito a logros económicos, reputacionales y apariencia física (entre muchos otros); agradecer por las pequeñas cosas que nos hacen felices resulta ilógico o irracional. Creemos que al lograr lo que se espera de nosotros seremos felices y en ese momento podremos agradecer nuestro esfuerzo, suerte o sacrificio. Olvidamos que lo que nos hace humanos son los pequeños momentos en los que aprendemos, nos equivocamos, nos conectamos con los demás, nos silenciamos, nos apreciamos o apreciamos lo que nos rodea. La gratitud por esos pequeños momentos nos hace auténticos y nos librea del yugo de las expectativas sociales, familiares y personales.


Nada nos sacia

El impulso dopamínico de querer más: un bocado más, un capítulo más, un reel más; impide que nos detengamos a absorber y apreciar plenamente lo que estamos consumiendo. Sin esa pausa, es casi que imposible darle paso a la gratitud. Inevitablemente, el entorno digital y la inmediatez del acceso a lo que deseamos, nos predispone a no detenernos y a estar permanente e inexorablemente dominados por nuestros impulsos.


¿Cómo podemos cultivar la gratitud?


Mindfulness

El mindfulness en un práctica de entrenamiento de la atención que se realiza con actitud de curiosidad y bondad. Cuando nos damos cuenta que podemos gestionar nuestra atención con apertura, sin juicio y genuino interés; comenzamos a experimentar la vida con menos estrés y sufrimiento porque nos volvemos más hábiles para salir de los ciclos de drama motivados por nuestro instinto de supervivencia. Este "escape" del drama abre la puerta a la gratitud en los momentos de reto, de prueba y de desafío.


También, la práctica del mindfulness nos ayuda a detenernos más a apreciar los pequeños instantes de la vida. Esa apreciación abre la puerta a reconocer las maravillas ocultas en una conversación, un atardecer, una canción o un plato de pasta. Esta pausa ayuda a re entrenar nuestro cerebro para que recuerde el placer de las pequeñas cosas.


Autoconocimiento

Ser conscientes de nuestras fortalezas y debilidades así como de nuestras preferencias y creencias es clave a la hora de cultivar la gratitud. Esta claridad no solo ayuda a identificar las oportunidades con mayor acierto, sino que permite que la gratitud sea el resultado natural de las decisiones. En otras palabras, cuanto mas claros nos sentimos, más fácil es tomar decisiones y más natural es la gratitud pues podemos dejar ir con mayor confianza lo que no nos conviene y abrazamos con mayor empoderamiento lo que si.


Empatía y compasión

Cuando desarrollamos nuestra capacidad de ponernos en los zapatos de los demás sin juzgar pero con la intención de ser de utilidad o de servicio para el otro; ganamos mayor perspectiva sobre nosotros mismos, afianzamos nuestros límites y cultivamos nuestros valores. La gratitud se expresa en la forma de asertividad, ecuanimidad y confianza porque es un derivado de hacernos cargo de nosotros mismos para poder ayudar a los demás.


Existen otras maneras de cultivar la gratitud, por ejemplo escribiendo todas las noches tres cosas por las que nos sentimos agradecidos durante el día, meditando, participando en actividades de voluntariado o practicando la religión de nuestra preferencia. Lo importante es hacer buscar excusas positivas para practicar la gratitud diariamente y convertirla en un hábito que transforme la manera como nos relacionamos con la vida.




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